EL DEBER.
Son agradecidas, esforzadas, optimistas, pero también realistas. Son cuatro mujeres que desde las historias que les tocó vivir, saben cuán fácil o no es escalar hacia sus sueños.
Son agradecidas, esforzadas, optimistas, pero también realistas.
Son cuatro mujeres que desde las historias que les tocó vivir, saben cuán fácil o no es escalar hacia sus sueños.
Ximena Behoteguy ha llegado muy alto. Actualmente es la única mujer en ocupar la presidencia de una institución bancaria, FIE, desde el año 2012. Además, se encuentra en la lista de los 500 personajes más influyentes de Latinoamérica realizada por la plataforma de noticias Bloomberg Línea, siendo una de cuatro empresarias nacionales en la lista por sus contribuciones al mundo corporativo y financiero del país.
Ximena nació en La Paz, llegó a FIE hace 28 años, cuando aún no se había titulado como abogada de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).
Empezó como asistente legal mientras hacía su tesis. Le pareció interesante porque el énfasis era dar créditos a mujeres de escasos recursos con emprendimientos pequeños y que no tenían acceso al sistema bancario convencional.
“Fue una experiencia desafiante ver cómo, además, las líderes de la ONG eran cinco mujeres que crearon este programa, eso me maravilló. No había que hacer grandes estudios para ver cada semana el impacto en las mujeres que recibían sus desembolsos”, recuerda.
Mientras FIE crecía y se convertía de ONG en entidad bancaria, Ximena crecía a la par. Pasó por varios cargos hasta ser la presidenta del directorio, producto de un plan de sucesión y de formación de liderazgo. Si bien es abogada de formación, se alimentó del área financiera en el día a día y como autodidacta.
“En FIE nos une un tema muy importante que es la inclusión social y financiera, y además una fuerte perspectiva de empoderamiento de las mujeres, a través de servicios financieros inclusivos”, sostiene quien se quedó por tantos años en FIE por esta forma de hacer una banca con ojos de mujer.
Aunque le ha ido muy bien, Ximena considera que en Bolivia es difícil estar en cargos ejecutivos siendo mujer, y precisamente por eso, iniciativas como la de microfinanzas son importantes, ya que visibilizan liderazgos y grandes emprendimientos de mujeres.
“Hay grandes desafíos porque existen brechas salariales y ocupamos cargos menos calificados, debemos trabajar mucho todavía en temas de corresponsabilidad para igualdad de oportunidades, tanto para estudiar como para acceder a estos cargos de dirección tan importantes”, dice la también fundadora del Colectivo Magenta FIE.
Explica que la marca Magenta es un modelo transversal que se aplica a todas las líneas de negocios, y que ha sido premiado por la Organización de Estados Americanos (OEA).
Y aunque Ximena ha llegado a un puesto muy alto en la banca, tiene la honestidad suficiente para reconocer que cuando interactúa con sus pares, en este tipo de negocios, “tan masculinizados, todavía no puede hablarse de que estén cómodos o acostumbrados a trabajar con mujeres en igualdad de condiciones”, dice, y lo plantea como un desafío importante para la banca y la empresa privada en general. “La revolución de las mujeres ha llegado y tienen que prepararse”, finaliza.
Cristina Roca es hoy la vicepresidenta de Banca Pyme en el Banco Mercantil Santa Cruz, la única mujer entre las tres vicepresidencias del área comercial, aunque reconoce que hay otra fémina ocupando la vicepresidencia en el área de tecnología y sistemas.
Lleva 26 años haciendo carrera en esa entidad bancaria, empezó como ejecutiva de créditos de consumo, luego fue gerenta de varias agencias, gerenta zonal, gerenta regional para Santa Cruz, Beni y Pando, y, por último, ocupa el cargo actual, que tiene que ver con banca productiva (agro, pecuaria, microcréditos a emprendedores).
Su equipo está integrado por 270 personas. “Es un lindo trabajo y con compromiso pueden hacerse muchas cosas, sobre todo si tu empresa te da la mano”, valora.
Cree que parte de su éxito tiene que ver con buenos mentores, y que si el banco no la hubiera acompañado, y formado, habría sido más difícil aprender.
Sin embargo, resalta sus propios méritos, y enumera que en la búsqueda del crecimiento profesional también influyen la capacidad y los valores. “Es clave, por ejemplo, hacer prevalecer la ética personal, el carácter, la formación. En la banca se necesita eso porque hay temas de secreto bancario, etc., y hay que mantenerse muy firme en esa posición”, reflexiona.
Hace un cuarto de siglo, cuando empezó en el banco, no había mujeres en cargos como el que hoy ocupa. Y aunque reconoce los avances, considera que hay buen camino por recorrer como país.
“Las empresas están encaminadas, pero no es solo pregonar, sino también aplicar, y sobre todo apoyar la inclusión de género”, opina.
Resalta que, como parte de esta búsqueda, el Mercantil Santa Cruz ha ganado, por segundo año consecutivo, como mejor institución para que trabajen mujeres, de acuerdo a la evaluación de Great Place to Work.
Pura resiliencia
Ingrid Domínguez estudió Gastronomía y Diseño de Modas en Italia. Casi toda su vida ha sido emprendedora, puso un taller de modas, pero el contrabando le desmoronó el negocio; luego abrió un restaurante, pero con la llegada de la pandemia no generaba ingresos, así que incursionó en los mercados financieros digitales: criptomonedas, mercados de Forex (Foreign Exchange), y de binarias.
No sabía ni usar la computadora, pero se pagó cursos, aprendió de todo, a diseñar, a armar planillas de Excel, y empezó a ver los frutos.
“A los 50 años no sabía nada de computación, no me da vergüenza decirlo, estaba en mi zona de confort, pero en este último año y medio aprendí mucho”, confiesa.
Hoy reabrió el restaurante y, paralelamente, siguen en los mercados digitales. Es la dueña del negocio, marketera, influencer, cajera, cocinera, “y todo lo demás”, bromea.
Ingrid también es una superviviente del cáncer de útero, no le agrada mucho recordar esa fase, pero de ese trance siempre pone por delante que ama la vida.
Dominga Mamani era trabajadora del hogar y está a dos pasos de ser abogada. Fascinada con la labor de Mujeres Creando, empezó a asistir como activista, y hoy es la responsable de la Agencia de Empleos de Mujeres Creando, pero también es miembro del Sindicato de Trabajadoras del Hogar San Pedro, de la ciudad de La Paz.
“La necesidad me hizo estudiar Derecho, la injusticia con las trabajadoras es lo que me dio fuerzas”, dice sobre su lucha personal.
Dominga se cansó de ver los abusos, sobre todo con las mujeres del campo, le tocó atender el caso de una muchacha a la que pagaban Bs 150 al mes, por eso hoy su trabajo es dar a conocer derechos y obligaciones laborales.
Reconoce avances en la norma, pero dice que el Ministerio de Trabajo no vela por el cumplimiento, y que lamentablemente los sindicatos están politizados. “Muchas son padre y madre, por eso aguantan, no descansan, el 80% gana por debajo del mínimo nacional, y dejan solos a sus hijos, o los mantienen encerrados”, se lamenta.