FUENTE: AFP.
La tragedia que golpea a los habitantes de Rio Grande do Sul conmueve a todo el país. El balance, que aún es provisional, suma unos 150 muertos, más de un centenar de desaparecidos,
En una antigua estación ferroviaria de Rio de Janeiro se amontonan alimentos, botellas de agua y ropa: son donaciones que demuestran la ola de solidaridad que suscitó la catástrofe climática en el sur de Brasil, por una vez unido pese a la polarización política.
«Es tremendamente triste, devastador», dice a la AFP Natalia Maria Montenegro Cardoso mientras descarga de su carro en el populoso barrio de Gamboa, cerca del puerto de Rio, una veintena de ‘packs’ de botellas de agua.
La tragedia que golpea a los habitantes de Rio Grande do Sul conmueve a todo el país. El balance, que aún es provisional, suma unos 150 muertos, más de un centenar de desaparecidos, 600.000 personas forzadas a dejar sus hogares y enormes pérdidas materiales al cabo de dos semanas de inundaciones.
«Mañana, traeremos comida para los animales y mantas«, dice Montenegro Cardoso, una trabajadora del sector de la salud de 30 años, que realizó una colecta entre sus colegas.
En las instalaciones de la antigua estación, al pie de una favela, la ONG Açao da Cidadania (Acción Ciudadana) recibe donaciones de particulares y empresas, entregadas en un incesante transitar de autos y camionetas.
«La movilización sigue siendo muy grande», subraya Rodrigo Fernandes Afonso, presidente de esta ONG, muy arraigada en el país. La organización ha recaudado hasta ahora unos 15 millones de reales (2,9 millones de dólares) y recibido unas 3.500 toneladas en donaciones.
Se trata de apenas una de las innumerables iniciativas lanzadas por asociaciones, personas y organizaciones públicas.
El estado de Rio Grande do Sul lanzó una campaña de recaudación. El martes informó que hasta el momento ha recibido cerca de 98 millones de reales (19 millones de dólares) en colaboraciones de dinero enviadas a través de Pix, una aplicación de pago instantáneo muy popular.
El presidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva celebró en la red social X el «mayor movimiento de donaciones jamás registrado en la historia» de Brasil.
Su gobierno también envió ayuda a la región, desplegó militares y rescatistas, y adoptó medidas legislativas como recursos financieros excepcionales y la cancelación de la deuda de Rio Grande do Sul por tres años.
– «Unidad nacional» –
Pero lo más impresionante es la movilización de la sociedad civil.
El mundo del fútbol, liderado por estrellas como Vinicius Junior, Neymar y Ronaldinho, nacido en la región afectada, llamó a hacer donaciones y facilitó aviones privados para entregar ayuda.
En Río, la estatua del Cristo Redentor fue iluminada con mensajes de apoyo a las víctimas.
En Porto Alegre, capital de Rio Grande do Sul, hay numerosos voluntarios en las calles aún inundadas o en refugios, constató la AFP.
«La solidaridad es impresionante», afirma Tauane Bassoler, de 26 años, mientras dobla ropa en un complejo deportivo transformado en refugio.
Es un «momento de unidad nacional», dice el politólogo André César, que lo describe como un «reencuentro de brasileños» en solidaridad con las víctimas.
Un símbolo de esta unidad es la cooperación mostrada entre Lula y el opositor Eduardo Leite, gobernador de Rio Grande do Sul, que reitera la necesidad de dejar de lado las divisiones partidistas ante el desastre.
Pero la ola de solidaridad con el sur no borra las fracturas, en un país profundamente polarizado tras cuatro años de presidencia del líder ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022).
Legisladores de su partido han criticado al gobierno por una respuesta que consideran demasiado lenta o insuficiente.
Y en las redes sociales las autoridades enfrentan una ola de críticas e información falsa.
«Hay un sentimiento general de solidaridad y, al mismo tiempo, un sentimiento de división política», dice Sergio Praça, analista político de la Fundación Getulio Vargas.
Lo que también está en juego es el posicionamiento frente al cambio climático.
Según los expertos, las lluvias torrenciales en el sur de Brasil están relacionadas con el calentamiento del planeta, además de con el fenómeno climático de El Niño.
«Tuvimos cuatro años de un gobierno tremendamente negacionista en relación al cambio climático», subraya Praça. «Sus partidarios no van, ahora, a admitir que estaban equivocados, y eso enturbia un poco las acciones de solidaridad».