FUENTE: EL DEBER.
Hasta junio de 2022 había 1.407 bolivianos pagando penas en prisiones de diferentes ciudades de Chile. La mayoría de los reclusos llegaron a la cárcel por tráfico de drogas. Luego siguen los reos colombianos y venezolanos.
La mayoría paga sus penas por intentar llevar droga a Chile. En ese país, la mayor cantidad de reclusos extranjeros son de origen boliviano, lo que puso en alerta a las autoridades chilenas para el control de fronteras. Así, Bolivia se convirtió como el segundo país que trafica más drogas hacia Chile, después de Perú.
Según el VII Informe Anual del Observatorio de Narcotráfico, dependiente del Ministerio Público de Chile, desde 2017 a junio de 2022 la cantidad de ciudadanos bolivianos en cárceles chilenas aumentó en un 11,5%. El informe muestra que hasta el año pasado había 1.407 bolivianos en prisiones de Chile, sobre todo en los establecimientos penitenciarios de ciudades del norte chileno.
“A pesar que las personas de nacionalidad venezolana se encuentren en tercer lugar en cuanto a la cantidad que permanece dentro del subsistema cerrado, son los sujetos que presentan el porcentaje más dominante. Al observar las cifras de los últimos cinco años, respecto a la población penal extranjera, correspondiente a una fotografía del último día y mes de cada año, con excepción del año 2022, se puede visualizar un aumento de un 5.093%”, destaca parte del informe chileno, que resalta la situación de los ciudadanos venezolanos en las cárceles y que se acercan a la cantidad de sentenciados bolivianos.
En 2020 se redujo considerablemente la cantidad de bolivianos en las cárceles chilena. Ese año, según el informe del Observatorio de Narcotráfico, había 625 compatriotas recluidos en prisiones, sobre todo en el norte chileno. Un año antes había 1.085 reos bolivianos y en 2021 la cifra se disparó a 1.323 prisioneros bolivianos.
Este estudio destaca que la mayoría de los bolivianos llega a las cárceles por transportar droga hacia el vecino país. Además, muestra que los reclusos son de escasos recursos que se convirtieron en víctimas de las mafias dedicadas al narcotráfico.
Mafia boliviana
En una de las últimas operaciones de Carabineros de Chile y la Fiscalía de ese país, se logró detener a cuatro personas bolivianas acusadas de ingresar 125 kilos de droga desde Bolivia a Chile. La sustancia detectada era cocaína de alta pureza y que era guardada en la localidad de Independencia, en Cochabamba, para luego enviarla a diversos países del continente.
Ese operativo se desarrolló el 13 de febrero de este año en Santiago. En la capital chilena un grupo de efectivos allanaron un depósito donde acopiaban las sustancias controladas y que era resguardada por dos varones y una mujer, todos bolivianos. En el allanamiento encontraron rastros de droga.
En otro operativo, también en la ciudad de Santiago, se detuvo al cuarto boliviano involucrado en este delito. Se trata del líder de la banda de narcotraficantes y era quien tenía que realizar la entrega de 125 kilos de droga al comprador. El operativo se desarrolló con éxito, ya que se logró capturar al cabecilla, además de incautar la cocaína de alta pureza.
“Uno de ellos es E. H. C., de 62 años, líder de la banda que viajó desde Santa Cruz, Bolivia, para protagonizar personalmente la entrega de 125 kilos de clorhidrato de cocaína de alta pureza”, dice parte del informe policial.
Ese mismo documento establece que la cocaína fue fabricada en Bolivia, trasladada a Perú e ingresó por el norte chileno hasta proximidades de Santiago.
Para las autoridades chilenas, Bolivia es una zona ideal para los narcotraficantes como ruta o como acopio de droga para el traslado de un extremo a otro.
Asimismo, se informó que desde el municipio de Independencia se pretendía la comercialización de droga a otros países. No se conoció desde cuándo se realizaba el seguimiento a la banda o si hubo colaboración de las autoridades bolivianas para la realización de este operativo.
Adriana (nombre ficticio) había aceptado alquilar su estómago por unas horas para sacar cocaína encapsulada de Bolivia. Tenía que realizar un largo periplo desde Cochabamba a Santiago. Partió de su ciudad hasta Oruro, donde una persona le esperaba para embarcarla en un bus que la lleve hasta Santiago de Chile. Le prometieron pagarle 1.300 dólares si llegaba a destino con la droga. No lo logró. Fue detenida en el paso fronterizo de Colchane-Pisiga.
Ahora, Adriana paga su pena en la cárcel de Alto Hospicio. Debe cumplir siete años de prisión y ya lleva dos encerrada, según un informe de la Policía de Investigación (PDI) de Chile. La mujer cochabambina es de escasos recursos y aceptó trasladar la droga porque le ofrecieron una buena paga. Además, es madre de una niña de ocho años, a quien pretendió dar mejores días.
Adriana es una más de las víctimas de los peces gordos del narcotráfico. La mayoría de las presas en Chile no tienen antecedentes penales en Bolivia. Solo se animan a llevar la droga en ovoides en sus estómagos o con la cocaína fajada en sus espaldas, piernas, glúteos, senos o embutida en sus tacones o en conservas de alimentos y botellas de bebidas, por ganar dinero fácil. Adriana iba a recibir $us 1.300. Ese dinero iba a ser cancelado en Santiago, cuando entregue la droga a los ‘capos’.
Peces gordos en libertad
En este ilícito negocio solo son aprehendidos los que llevan la droga en su organismo y no así los que los contratan. Los peces gordos suelen aprovecharse de la gente que tiene necesidad económica, quienes reclutan a interesados y los envían con los estupefacientes en su interior a otras ciudades y/o países.
Los “tragones” capturados no revelan la identidad de sus contratantes. Hay como una especie de pacto de silencio, amenazas y extorsiones que impide que hablen. Desde afuera, prometen ayudarlos a salir de la cárcel y cubrir sus gastos a cambio de su silencio. Además, temen por su integridad y la de su familia y deciden callar.
Según los casos que se han conocido, los “tragones” suelen recibir entre $us 1.000 a 1.300 por ‘ingerir’ un kilo de cocaína. De acuerdo con las causas atendidas, hay personas que transportan 31 cápsulas de droga y otras que pueden llevar 150 o más.
Algunas personas que han aceptado alquilar su estómago para transportar la sustancia ilícita, refieren que el narcotraficante después de la primera vez les ofrece un mejor pago. Dejar la actividad no es nada fácil porque son amenazados y extorsionados.
Patricia (también nombre ficticio) no llegó a parar a una cárcel de Chile, pero sí a una boliviana, a la de San Pedro de Oruro. Ella es de Santa Cruz y también de escasos recursos. Las mafias la contactaron y le prometieron $us 1.000 si llevaba una maleta hasta la ciudad de Iquique. Fue ingenua y aceptó. En Oruro, la Policía la detuvo porque hallaron un doble fondo en su maleta. Había cocaína. 1.992 gramos con exactitud. Ella dejó a dos niños al cuidado de su madre y todavía le falta cumplir cuatro años de prisión, aunque -según las fuentes policiales- puede salir antes por su buena conducta y la decisión de estudiar en la cárcel.