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Josh Chin y Liza Lin, autores de “Estado de vigilancia: La búsqueda de China para lanzar una nueva era de control social”, cuentan qué es lo que vieron en primera persona en el gigante asiático
El régimen de Xi Jinping busca una nueva sociedad diseñada en torno al poder de la vigilancia digital. Así lo resumen los investigadores Josh Chin y Liza Lin, autores del nuevo libro “Surveillance State: Inside China’s Quest to Launch a New Era of Social Control” (Estado de vigilancia: La búsqueda de China para lanzar una nueva era de control social), en el que analizan cómo el país está moldeando la sociedad en torno al celo.
El gobierno avanza en este plan con cada mejora tecnológica y ofrece sus éxitos a otros regímenes autoritarios. En el libro, los autores indican que China usa la vigilancia para crear una “utopía digital” en base a las ayudas de los modernos sistemas.
El caso más saltante, por las violaciones a los derechos humanos, ha sido el de Xinjiang, donde se persiguen a los uigures y otras minorías étnicas y religiosas, bajo la excusa de evitar el extremismo.
En esa ciudad, Chin detectó dos oleadas que lo impactaron. “La primera fue ver cómo se desataba indiscriminadamente tanta tecnología futurista y no probada, y aparentemente sin vacilación ni consideración de los efectos secundarios, sobre toda una población. La segunda fue cuando nos dimos cuenta de que el Partido Comunista la utilizaba para reiniciar una de las instituciones más vilipendiadas del siglo XX: el encarcelamiento masivo de una minoría religiosa en campos al estilo gulag”, resumió, en entrevista con el portal Coda, con sede en Nueva York.
Josh Chin, Liza Lin y la portada del libro sobre la vigilancia estatal en China
Según describió, la vigilancia en la región es “verdaderamente totalitaria”, abarcando a todos los musulmanes turcos. “Es omnipresente y constante, y su objetivo es remodelar a los individuos que tiene como objetivo”, añadió.
Pero, explica Chin, la pandemia de coronavirus sirvió para extender esas prácticas al resto del país, donde se mantiene la estricta política de “COVID cero”. Más ciudades fueron sometidas a una dura vigilancia, bajo términos sanitarios, para rastrear y limitar movimientos.
Por su parte, Lin señala que se ha cambiado el pacto social, antes basado en mejoras económicas a cambio de estabilidad política para el régimen. Sin las cifras de crecimiento de las décadas previas, el gobierno autoritario ofrece en cambio utilizar la tecnología para hacer “agradable y eficiente” la vida. De esta forma, la ciudadanía acepta la vigilancia por mejores servicios de tránsito o salud.
“Muchos chinos encuentran atractiva la vigilancia”, agregó, destacando que la propaganda frecuentemente destaca los beneficios en la lucha contra la delincuencia o el hallazgo de niños perdidos gracias al reconocimiento facial. “El estado de vigilancia es tanto un proyecto de propaganda como de tecnología e infraestructura”, consideró.
Pero China no planea detener su estado actual de vigilancia. “El objetivo final de Beijing es algo así como una sociedad perfectamente diseñada: una sociedad que no tenga disidentes porque todo el mundo esté satisfecho, que corrija automáticamente el rumbo sin que los líderes tengan que intervenir con la fuerza”, advirtió Chin en la entrevista.
Exhibición de cámaras de vigilancia de Huawei en Shanghái (Reuters)
Si bien considera que no se alcanzará tal nivel de “perfección”, cree que el Partido Comunista todavía no ha terminado de intentar optimizar su control sobre la sociedad china, analizando las barreras técnicas y políticas.
Los autores también reconocieron el rol que han tenido las empresas tecnológicas estadounidenses en este proyecto. “Han sido las parteras del estado de vigilancia chino desde su estado más embrionario a principios de la década de 2000, y siguen alimentándolo con capital y componentes”, dijo Chin, quien aseguró las multinacionales lo hicieron “por la misma razón por la que las empresas estadounidenses siempre hacen cosas: es extremadamente rentable”. Si bien reconoció que no se puede tener control sobre lo que sus clientes hacen con sus productos, dijo que podría haber mayores esfuerzos al respecto.
En tanto, Lin sintetizó que “la tecnología y el capital occidentales han sido los pilares del estado de vigilancia de China”, y aseveró que las empresas occidentales han mostrado un “optimismo ingenuo e ignorancia corporativa estratégica”.