FUENTE: BBC.
El gobierno de Biden anunció este martes la imposición de elevados aranceles a la importación de diversos productos chinos.
Es la más reciente batalla en la guerra comercial en la que han estado enzarzados Estados Unidos y China en los últimos años.
El gobierno del presidente de EE.UU., Joe Biden, anunció este martes un sustancial aumento de los aranceles sobre los automóviles eléctricos, paneles solares, acero y otros productos de fabricación china.
La Casa Blanca dijo que las medidas, que incluyen un impuesto de 100% sobre los autos eléctricos procedentes de China, eran una respuesta a políticas comerciales injustas y tenían como objetivo proteger los empleos estadounidenses.
China ya ha criticado los planes, que fueron anunciados de antemano.
Los analistas dijeron que los aranceles eran en gran medida simbólicos y tenían como objetivo ayudar a la reelección en un año electoral difícil.
Las medidas llegan precedidas por meses de duras críticas del expresidente Donald Trump, el virtual competidor de Biden en la carrera por la Casa Blanca, quien ha dicho que el apoyo de su rival a los autos eléctricos «mataría» a la industria automovilística estadounidense.
Los aranceles anunciados este martes afectarán a importaciones por un valor estimado de US$18.000 millones, según la Casa Blanca.
Además de un aumento del 25% al 100% en los impuestos a la importación de vehículos eléctricos, los aranceles sobre las paneles solares aumentarían del 25% al 50%.
Los tipos impositivos sobre ciertos productos de acero y aluminio se triplicarán hasta el 25%, frente al 7,5% o menos actual.
“Comercio desleal”
Las medidas anunciadas por la Casa Blanca se suman a los aranceles que Estados Unidos impuso a los productos chinos durante el gobierno de Trump, citando prácticas comerciales desleales.
Durante la revisión de las medidas por parte de la administración Biden, el gobierno recibió casi 1.500 comentarios, la gran mayoría de ellos de propietarios de negocios que argumentaban que los aranceles estaban elevando los precios para los estadounidenses comunes y pedían que se eliminaran.
La decisión de Biden de mantener los aranceles vigentes y expandirlos a nuevas áreas -a pesar de que la inflación persistente en Estados Unidos ha afectado sus índices de aprobación- es un testimonio del cambio dramático en las posturas sobre el comercio tanto de demócratas como de republicanos en Estados Unidos, que habían defendido durante mucho tiempo los beneficios de los intercambios comerciales globales.
Wendy Cutler, ex funcionaria de comercio de Estados Unidos y ahora vicepresidenta del Asia Society Policy Institute, dijo que creía que los estadounidenses estaban dispuestos a aceptar automóviles de mayor precio a cambio de ayudar a proteger a las empresas y empleos estadounidenses.
«Hemos visto esta película antes: con la energía solar, con el acero y [el aluminio], y cuando se trata de automóviles y otros productos, Estados Unidos necesita anticiparse», dijo.
«Se trata de hacer concesiones y tal vez en el plazo inmediato los coches se vuelvan más caros, pero en el largo plazo queremos tener una industria competitiva aquí», apuntó.
En una reunión con periodistas, funcionarios de la Casa Blanca negaron que la política interna estadounidense hubiera influido en la decisión.
Dijeron que las medidas son una respuesta a las prácticas comerciales de Pekín que perjudican a Estados Unidos, por ejemplo, al obligar a las empresas occidentales que operan en China a compartir información, para luego apropiarse de ese conocimiento.
También dijeron que las medidas estaban dirigidas a objetivos concretos y que no esperaban que avivaran la inflación, contrastando su enfoque con el de Trump.
El expresidente, que alguna vez se calificó a sí mismo como un «hombre de aranceles», ha hecho campaña con una propuesta de aumento general de aranceles del 10% sobre las importaciones, que aumentaría al 60% para los productos procedentes de China.
También atacó a Biden por promover los vehículos eléctricos, una medida que, según él, destruirá a las empresas automotrices estadounidenses, empleadores clave en estados como Michigan, que serán campos de batalla clave en las elecciones de noviembre.
Un vistazo a las nuevas tarifas
- Semiconductores: del 25% al 50% para 2025
- Ciertos productos de acero y aluminio: del 7,5% al 25% en 2024
- Vehículos eléctricos: del 25% al 100% en 2024.
- Baterías de litio y minerales críticos: del 7,5% al 25% en 2024.
- Paneles solares: del 25% al 50% en 2024
- Grúas de barco a tierra: del 0% al 25% en 2024
- Guantes médicos y quirúrgicos de goma: del 7,5% al 25% en 2026
A la espera de Europa
Estados Unidos ya impone elevados aranceles a los vehículos eléctricos fabricados en China, lo que ha hecho que las ventas de dichos automóviles sean insignificantes.
Pero Washington ha estado observando con cautela cómo aumentan las ventas de las empresas chinas en Europa y otros países.
Funcionarios de la Casa Blanca dijeron que garantizar que las tecnologías verdes no estuvieran dominadas por un solo país era fundamental para que la transición energética fuera exitosa y sostenible a largo plazo.
Si bien es probable que las medidas dirigidas a los vehículos eléctricos tengan un efecto práctico mínimo, el mundo empresarial está esperando a ver si Europa tomará medidas similares, dijo Natasha Ebtehadj de Artemis Investment Management.
La Unión Europea y Reino Unido están debatiendo medidas para frenar las importaciones de automóviles eléctricos fabricados en China, incluso a riesgo de ralentizar su adopción.
«No es realmente una sorpresa para los inversores ni para las empresas chinas, especialmente en el período previo a una elección en la que ambos candidatos no son realmente partidarios de China», dijo Ebtehadj.
«Dado el volumen relativamente pequeño de importaciones a EE.UU., quizás sea más interesante lo que sucederá a continuación en Europa», agregó.
Estados Unidos y China han estado enfrascados en una guerra comercial desde 2018, cuando Trump impuso aranceles a unos dos tercios de los bienes importados desde China, por un valor estimado en ese momento de US$360.000 millones.
Las medidas provocaron represalias por parte de Pekín, un enfrentamiento que terminó en una distensión a principios de 2020 cuando Trump redujo la tasa de algunos aranceles, mientras China se comprometió a aumentar sus compras a Estados Unidos.
Esas promesas no han sido suficientes, pero desde entonces los aranceles han generado más de US$200.000 millones en nuevos impuestos fronterizos para el gobierno estadounidense, al tiempo que han provocado una importante reorganización de los patrones del comercio mundial.
Gran parte de esa suma ha sido pagada por los estadounidenses comunes y corrientes en forma de precios más altos por muebles, calzado y otros bienes.
Sin embargo, Oxford Economics describió las últimas medidas como «más un ladrido simbólico que un mordisco».
La firma dijo que probablemente aumentarían la inflación en un insignificante 0,01 puntos porcentuales, al tiempo que afectarían el crecimiento de manera similar.