Fuente: El Comercio.
El Organismo Internacional de la Energía Atómica calificó como “un incidente serio” la incursión que dejó un muerto en la central nuclear más grande de Europa, e instó a Rusia y Ucrania a respetar los acuerdos pactados para evitar “un importante accidente” que, según el analista Roberto Heimovits, no se debería descartar
Rusos y ucranianos se acusan mutuamente de estar detrás del ataque con drones lanzado en los últimos días sobre la central nuclear de Zaporizhzhia, que dejó un muerto y tres heridos. Como consecuencia de ello, el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) hizo un llamado a ambos bandos buscando evitar “un importante accidente nuclear”.
La central nuclear de Zaporizhzhia, la más grande de Europa, está ubicada en el frente sur de Ucrania y se encuentra bajo control ruso prácticamente desde el inicio de la invasión militar en febrero del 2022.
Pese a los repetidos intentos de las fuerzas de Kiev, la planta no ha podido ser reconquistada y sus seis reactores se encuentran apagados desde que el reservorio que la surtía del agua necesaria para su enfriamiento fue destruido en el 2023.
La vocera del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, atribuyó el ataque a las fuerzas ucranianas e instó a la comunidad internacional a “comprender y responder al acto de terrorismo nuclear por parte del régimen de Kiev”.
El gobierno ucraniano, mientras tanto, respondió a través del portavoz de la agencia de Inteligencia Militar, Andrí Yúsov, quien aseguró que los rusos habrían “simulado” un ataque a la central. Además, recordó que las fuerzas rusas mantienen tropas y minas en la planta, algo que pone “en peligro la infraestructura nuclear, a la población civil” de la zona.
“La autoría del ataque es algo extraño. En principio a Rusia no le conviene porque controla la central y buscaría ponerla en funcionamiento en algún momento para abastecer sus necesidades de energía. Por el lado ucraniano, tampoco les conviene porque esperan reconquistarla para unirla a la red eléctrica del país”, comenta a El Comercio el analista internacional Roberto Heimovits.
Desde la OIEA, mientras tanto, han calificado el ataque como “un incidente serio con potencial para socavar la integridad del sistema de contención del reactor”; sin embargo, aseguraron que los daños “no han comprometido la seguridad nuclear”.
Pese a ello, el director general de la agencia nuclear, Rafael Grossi, alertó que al menos tres disparos afectaron la estructura de contención del reactor por lo que realizó “un firme llamamiento a los responsables militares para que se abstengan de cualquier acción que viole los principios básicos que protegen las instalaciones nucleares”.
– Riesgos declarados –
“Cualquier ataque contra una central nuclear es un acto sumamente irresponsable por el daño que puede causar. Lo primero que salta a la memoria es lo que pasó en Chernóbil en 1986 pero, sobre todo, lo que habría pasado si no se hubiesen hecho esfuerzos tan grandes para contener el daño”, apunta Heimovits.
En mayo del 2023, luego de realizar una misión en la que participó el propio Grossi, la OIEA comunicó al Consejo de Seguridad de la ONU que tanto Rusia como Ucrania debían cumplir cinco grandes principios para evitar un desastre nuclear en Zaporizhzhia.
- No usar la planta para almacenar armas pesadas o tropas.
- No poner en riesgo el suministro eléctrico de la planta.
- Proteger las estructuras, sistemas y componentes esenciales.
- No lanzar ningún tipo de ataque contra la central nuclear.
- Evitar acciones que minen estos compromisos.
Lo ocurrido el domingo 7 evidentemente vulnera estos acuerdos alcanzados el año pasado, por lo que queda esperar cómo actuará el organismo de cara al futuro.
“Lo mínimo que hará la OIEA luego de esto, además de exhortar a que cesen los ataques, será enviar una misión para verificar los daños sufridos por la planta y descartar cualquier peligro de fuga, por más pequeño que sea”, señala Heimovits.
Según el experto el desastre que podría haber provocado una explosión o fuga en Zaporizhzhia sería comparable con lo ocurrido en Chernóbil, durante los tiempos de la Unión Soviética, y se vería agravado por las diferencias entre la capacidad de respuesta que tuvo la URSS de entonces y la que tendrían Rusia o Ucrania actualmente en plena guerra.
“De haber estado en pleno funcionamiento, Zaporizhzhia habría sido otro Chernóbil. Dependiendo de la dirección del viento podría haber causado máximo daño en las zonas aledañas de Rusia o de Ucrania. Además, a diferencia de 1986 cuando se contaba con todos los recursos de la Unión Soviética para contener los daños de Chernóbil, Zaporizhzhia está en zona de guerra por lo que apagar un incendio sería mucho más difícil. Afortunadamente, al estar apagados los reactores, no existe peligro de que explote uno de ellos y produzca una fuga masiva de radioactividad. Pero eso no elimina el riesgo de que haya fugas de material por un ataque, por eso lo califico como un acto irresponsable en términos superlativos”, sentencia Heimovits.