FUENTE: BBC.
En Italia, todavía muchos homosexuales son persuadidos para que asistan a grupos o sesiones de terapia de conversión sexual, que buscan convertirlos en heterosexuales.
Rosario Lonegro tenía apenas 20 años cuando ingresó en un seminario católico de Sicilia como aspirante a sacerdote, con la intención de ser ordenado.
Pero mientras estaba allí se enamoró de otro hombre y sus superiores le exigieron que se sometiera a una terapia de conversión destinada a borrar sus preferencias sexuales, si su objetivo era seguir el camino hacia el sacerdocio.
«Fue el período más oscuro de mi vida», le dijo Rosario a la BBC, recordando su experiencia en el seminario en 2017.
Acosado por la culpa y el miedo a cometer un pecado ante los ojos de la Iglesia católica, Rosario afirma que se sintió «atrapado sin otra opción que reprimir mi verdadero yo».
«La presión psicológica para ser alguien que no era yo era insuperable. No podía cambiar por mucho que lo intentara».
Durante más de un año, se le obligó a participar en reuniones espirituales fuera del seminario, algunas a lo largo de varios días, donde tuvo que realizar una serie de actividades angustiantes dirigidas a erradicar sus preferencias sexuales.
Por ejemplo, lo encerraron en un armario oscuro, lo obligaron a desnudarse delante de sus compañeros e incluso le pidieron que representara su propio funeral.
Durante estos rituales, se le encomendaba la tarea de plasmar en papel lo que se percibía como sus defectos, como «homosexualidad», «abominación», «falsedad», e incluso términos más explícitos, que luego se veía obligado a enterrar bajo una lápida simbólica.
Ineficaces y perjudiciales
La Organización Mundial de la Salud (OMS) retiró la homosexualidad de su lista de trastornos mentales en 1990. Investigaciones científicas posteriores concluyeron en gran medida que los intentos de cambiar la orientación sexual no sólo son ineficaces, sino también perjudiciales.
En Francia, Alemania y la predominantemente católica España se han prohibido oficialmente las terapias de conversión, y tanto en Inglaterra como en Gales se está intentando ilegalizarlas.
Hoy en día, en Italia es casi imposible determinar el alcance exacto de estas prácticas, denunciadas sobre todo por hombres, pero también por algunas mujeres, y no existe una definición jurídica estándar de las mismas.
Sin embargo, en los últimos meses, la BBC entrevistó a varios jóvenes homosexuales de todo el país compartieron sus experiencias sobre reuniones de grupo pseudocientíficas o sesiones de terapia individual a las que los han obligado a ir, con el objetivo de convertirlos en heterosexuales.
Un hombre de 33 años que asistió a este tipo de reuniones durante más de dos años expresó su motivación inicial diciendo: «Quería reconciliarme conmigo mismo. No quería ser homosexual. Pensaba que necesitaba curarme».
«Lo vi como mi único camino hacia la aceptación», dijo otro. No intentaba hacerse sacerdote, sino que simplemente buscaba aceptación en su vida cotidiana.
Reuniones
La terapia de conversión gay no se limita a una región concreta de Italia: hay reuniones de grupo y sesiones de terapia individual por todo el país, algunas incluso dirigidas por psicoterapeutas licenciados.
En algunos casos, estas reuniones y sesiones de terapia son extraoficiales y encubiertas, promovidas a menudo a través de conversaciones discretas y derivaciones secretas.
Otros cursos se anuncian públicamente, y figuras conocidas de los círculos conservadores italianos buscan activamente seguidores en internet y en plataformas de redes sociales para publicitar su capacidad de cambiar la orientación sexual.
En Sicilia, Rosario Lonegro debió participar principalmente en las reuniones organizadas por el grupo español Verdad y Libertad, bajo la dirección de Miguel Ángel Sánchez Cordón. Este grupo se disolvió tras recibir la desaprobación de la Iglesia Católica.
Sin embargo, el sacerdote italiano que originalmente llevó a Lonegro a estas prácticas recibió un alto cargo dentro de la Iglesia, mientras que otros siguieron inspirándose en los métodos de Sánchez Cordón en Italia.
Muchas de las personas con las que conversó la BBC se refirieron a Luca di Tolve, un «entrenador moral/espiritual» que obtuvo reconocimiento gracias a su libro titulado «Yo fui gay una vez. En Medjugorie me encontré a mí mismo».
En su sitio web, Di Tolve y su esposa se jactan de ser una «pareja satisfecha» que busca «apoyar a cualquiera cuya identidad sexual esté en crisis, para ayudarlo a ejercer realmente su libertad para determinar quién desea ser como persona». Cuando la BBC se puso en contacto con Di Tolve, éste no respondió.
Otra persona activa que promueve formas de abordar la orientación sexual percibida es Giorgio Ponte, un escritor muy conocido en los círculos ultraconservadores italianos. Ponte afirma que quiere ayudar a la gente a superar su homosexualidad y liberarse, contando su propia historia como hombre con pulsiones homosexuales que está en su camino «potencialmente para toda la vida» hacia la libertad.
«En mi experiencia, la atracción homosexual surge de una herida en la propia identidad que oculta necesidades no relacionadas con el aspecto erótico-sexual, sino más bien ligadas a una percepción distorsionada de uno mismo, que se refleja en todos los aspectos de la vida», declaró a la BBC.
«Creo que una persona homosexual debe tener la libertad de intentarlo [convertirse en heterosexual], si quiere, sabiendo, sin embargo, que puede no ser posible para todo el mundo», añadió.
«Feliz de ser quien soy»
En los últimos años, decenas de hombres y mujeres jóvenes han buscado orientación en personas como Di Tolve, Ponte y Sánchez Cordón. Entre ellos Massimiliano Felicetti, gay de 36 años, que luchó contra los intentos de cambiar su orientación sexual durante más de 15 años.
«Empecé a sentirme incómodo conmigo mismo desde muy pequeño, sentía que nunca sería aceptado por mi familia, la sociedad, los círculos eclesiásticos. Pensaba que estaba equivocado, solo quería que me quisieran, y estas personas me ofrecieron esperanza», afirma.
Felicetti dijo que había probado diferentes soluciones, consultando a psicólogos y miembros del clero que se ofrecieron a ayudarlo a convertirse en heterosexual. Sin embargo, hace unos dos años, decidió dejarlo. Un fraile que conocía su lucha lo animó a empezar a salir con una mujer, pero no le resultó.
«Cuando la besé por primera vez, no me pareció natural. Era hora de dejar de fingir», dice Felicetti.
Hace sólo unos meses salió del armario como gay ante su familia. «Me ha costado años, pero por primera vez me siento feliz de ser quien soy».
Paso lento para los cambios
A pesar de los intentos de gobiernos anteriores de promover un proyecto de ley para oponerse a las terapias de conversión, en Italia no se ha logrado ningún avance. El gobierno de derecha italiano encabezado por Giorgia Meloni ha adoptado hasta ahora una postura hostil hacia los derechos LGBT, y la propia primera ministra ha prometido hacer frente al llamado «lobby LGBT» y a la «ideología de género».
Esta falta de progreso no sorprende a Michele Di Bari, investigador de Derecho público comparado de la Universidad de Padua, quien afirma que Italia es estructuralmente mucho más lenta a la hora de aplicar cambios en comparación con otros países de Europa Occidental.
«Se trata de un fenómeno muy escurridizo, dado que es una práctica prohibida por la propia orden italiana de psicólogos. Sin embargo, en el ordenamiento jurídico italiano no se considera ilegal. Las personas que llevan a cabo estas prácticas no pueden ser castigadas».
A pesar de la complejidad del asunto, los expertos creen que, en parte debido a la fuerte influencia católica de Italia, el país se ha mostrado más reticente a prohibir estas controvertidas prácticas.
«Este puede ser uno de los elementos que, junto con una cultura fuertemente patriarcal y machista, dificulte la comprensión más amplia de la homosexualidad y los derechos LGBT», afirma Valentina Gentile, socióloga de la Universidad LUISS de Roma.
«Sin embargo, también es justo decir que no todo el catolicismo es hostil a la inclusión de la diversidad y que la propia Iglesia se encuentra en un período de fuerte transformación en este sentido», añade.
Disculpas oficiales
El papa Francisco dijo que la Iglesia católica está abierta a todos, incluida la comunidad gay, y que tiene el deber de acompañarlos en un camino personal de espiritualidad, pero dentro del marco de sus reglas.
Sin embargo, el propio Papa utilizó un término muy despectivo hacia la comunidad LGBT cuando dijo en una reunión a puerta cerrada con obispos italianos que no se debería permitir a los homosexuales ser sacerdotes. El Vaticano emitió una disculpa oficial.
Rosario Lonegro ha dejado atrás Sicilia y ahora vive en Milán. Tras una crisis nerviosa en 2018, dejó tanto el seminario como el grupo de terapia de conversión.
Aunque sigue creyendo en Dios, ya no quiere ser sacerdote. Comparte un departamento con su novio, estudia filosofía y realiza ocasionalmente trabajos por cuenta propia para pagarse la universidad.
Sin embargo, las heridas psicológicas infligidas por tales actividades siguen siendo profundas.
«Durante aquellas reuniones, un mantra me perseguía y se repetía una y otra vez: ‘Dios no me hizo así. Dios no me hizo homosexual. Es solo una mentira que me digo a mí mismo’, me creía malvado», dijo.
«Nunca lo olvidaré».