Por qué cada vez más jardineros profesionales y aficionados cuidan sus plantas para que se las coman los insectos

Fuente: BBC.

Algunos jardineros en distintas partes del mundo están adoptando una nueva filosofía: priorizar los insectos, no las plantas.

Los merodeadores aparecieron de la nada. A través de mi ventana, las vi: decenas de lo que parecían pequeñas orugas grises arrastrándose sobre una hermosa planta en mi jardín. Observé, con cierto horror, cómo en cuestión de días estos insectos dejaron mi planta hecha pedazos

Innumerables hojas fueron devoradas hasta quedar reducidas a nada. Solo quedaron tallos tristes y larguiruchos. Finalmente, las moscas de color negro azabache (los devoradores grises transformados) se alejaron zumbando, presumiblemente, para causar estragos en otros lugares.

Al principio me sentí como un agricultor cuyo campo de maíz acababa de ser devastado por las langostas.

Sin embargo, una búsqueda breve en Google me hizo reflexionar. Resulta que la planta en cuestión, cuyo nombre desconocía hasta entonces, era el sello de Salomón o Polygonatum, una clásica planta de jardín que, cada verano, se ve envuelta en una pelea con el mismo insecto invasor que yo había visto: una mosca de sierra.

Una mosca de sierra hembra había puesto sus huevos en mi planta. De esos huevos habían nacido las larvas grises que terminaron devorándola. Pero al final todo esto estuvo muy bien.

Según la Sociedad Real de Horticultura (RHS) de Reino Unido, al sello de Salomón no le molesta demasiado esta defoliación extrema. «Este insecto puede ser tolerado y las plantas sobrevivirán», dice la RHS en su página.

Orugas en una hoja
Los insectos necesitan de las plantas para alimentarse.

Lo que inicialmente parecía un ataque macabro a una planta inocente resultó ser sólo una de esas muchas compensaciones que ocurren frecuentemente en la naturaleza. la planta había evolucionado para seguir adelante.

En todo el mundo hay insectos que dependen de las plantas para alimentarse. Mastican los tallos y cortan las hojas en la vegetación que de otro modo sería prístina. Para algunos jardineros, esto es una maldición. Pero otros reconocen que es una parte natural del funcionamiento de los ecosistemas y que sin un ecosistema rico en insectos no habría jardines.

En las últimas décadas, una crisis global masiva ha afectado a las poblaciones de insectos, que están disminuyendo a un ritmo de entre el 1% y el 2% cada año. Por ello, cualquier intervención que pueda ayudarlos es valiosa.

Cada vez más personas están «plantando para los polinizadores», y una encuesta de 2022 encontró que uno de cada tres adultos en Estados Unidos compra plantas para ayudar a la vida silvestre, un aumento del 26% con respecto a 2020. Esto ayuda a garantizar que haya muchas flores silvestres nativas para abastecer de néctar a las abejas, los sírfidos y las mariposas.

¿Pero deberíamos probar también la horticultura para herbívoros? ¿Deberíamos plantar cosas con la esperanza de que sean devoradas? Para averiguarlo, conversé con expertos.

Hervíboros, no plagas

El hermoso rosal en un antiguo jardín de Hayley Jones, entomóloga principal de la RHS, era frecuente tema de debate con su esposo. «Él disfrutaba de las flores, pero yo disfrutaba bastante mirando la mosca de sierra», le dice Jones a la BBC.

Varias especies de larvas de mosca de sierra se dirigían a la rosa, recuerda.

El daño al follaje de la rosa nunca le molestó realmente a Jones, que disfruta observando cómo las larvas y orugas devoran las plantas.

Si plantas cosas destinadas a ser consumidas, naturalmente estimularás el siguiente eslabón de la cadena alimentaria, ya que depredadores como los pájaros también llegan a tu jardín. Un jardín bien equilibrado no debería ser devorado y convertido en un páramo; eso nunca debería suceder en un sistema biodiverso, dice Jones.

Jardín
Sin insectos, tampoco tendríamos jardines.

Después de haber trabajado para la RHS durante casi una década, Jones dice que ha notado que cada vez más jardineros expresan tolerancia hacia los herbívoros. La pregunta de «cómo lo mato?» se ha vuelto menos común, explica.

Y muchos disfrutan del hecho de que especies de insectos muy llamativas se dirigen a veces a determinadas plantas, como las orugas de la gran esfinge morada (Deilephila elpenor), a las que les encanta comer fuchsia.

En general, los insectos que consumen plantas no deberían llamarse plagas, sostiene Jones: son simplemente herbívoros.

«Mi jardín es principalmente para insectos», afirma Matthew Shepherd, de la Sociedad Xerces para la Conservación de Invertebrados en Estados Unidos, una organización sin fines de lucro que utiliza la ciencia para proteger la vida silvestre.

«Se ve poco elegante simplemente porque hay muchas cosas mordiendo y masticando», dice. Pero, a Shepherd, esto no le importa en absoluto.

Hasta lo más pequeño ayuda

Los insectos enfrentan todo tipo de amenazas y a escala gigantesca. Por ejemplo, el uso de pesticidas en vastas extensiones de tierra agrícola. Podría parecer poco probable que los diminutos jardines privados puedan marcar una gran diferencia en su declive. Pero Shepherd insiste en que sí: «Estamos hablando de animales pequeños, por lo que las áreas pequeñas sí ayudan«.

Varios estudios indican que decisiones simples que toman los jardineros pueden afectar la abundancia de insectos. Un artículo de 2016 examinó cómo el tamaño y las características de los jardines en California influyeron en el número de abejas, por ejemplo.

Se descubrió que tener muchas flores y zonas de suelo desnudo, en las que anidan algunas abejas, influye positivamente en el número de insectos.

Abejas
Tener muchas flores y zonas de suelo desnudo, ayuda a aumentar el número de abejas y otros insectos.

Pero la naturaleza no siempre reacciona exactamente como podríamos esperar. Otro estudio, realizado en Reino Unido en 2005, encontró que ciertos parches de ortiga no atraían automáticamente muchas orugas de mariposa, que se sabe que se alimentan de estas plantas. Sin embargo, atrajeron a otros herbívoros aficionados a las ortigas.

Sam Stapleton, horticultor botánico de Kew Gardens en Londres, creció maravillándose de cómo varias orugas mordisqueaban felizmente las ortigas, a pesar de lo dolorosas que estas plantas espinosas pueden ser para los humanos. Pasó su infancia observando este tipo de comportamiento en el campo y todavía hoy se emociona cuando ve una oruga masticando una hoja.

Kew es famoso en parte por sus extensos y cuidados jardines e invernaderos, algunos de los cuales han albergado plantas raras durante casi dos siglos. «Es un poco loco pensar que me pagan para crear un hábitat para que los animales y los insectos coman las plantas», comenta.

A Stapleton le han asignado un área dentro de Kew para que activamente invite a los insectos a consumir la flora. Es un hábitat pequeño, de tipo bosque mixto, con muchas plantas y flores nativas. Para fomentar diferentes tipos de insectos, Stapleton también ha colocado montones de troncos viejos, en los que a muchos insectos les encanta esconderse.

Aunque quiere promover este comportamiento, Stapleton es consciente de que otras plantas cercanas están sufriendo por ello. Hay, por ejemplo, un boj grande y muy viejo que se ha convertido en el objetivo de unas orugas muy hambrientas.

«Es un boj extraordinario y lo están derribando por completo», afirma. «El árbol acabará muriendo en un par de años». Es una de esas raras situaciones en las que podría considerar rociarlo para luchar contra las orugas, para salvar lo que, en este caso, es una planta de aproximadamente 200 años.

No utilizaría un pesticida químico y, en cambio, consideraría un método orgánico como un aerosol bacteriano. Pero todavía tiene que decidir qué hacer. Por ahora, los pájaros vienen a comerse las orugas, aunque no con la frecuencia suficiente para salvar al árbol.

Los trucos de las plantas

Luke Tilley, portavoz de la Real Sociedad Entomológica de Reino Unido, puede entender por qué los jardineros a veces se molestan cuando los insectos comen cantidades significativas de follaje. Después de todo, su sentimiento de indignación está profundamente enterrado en nuestra psique cultural.

Oruga
Observar a las orugas comerse las plantas puede ser una experiencia fascinante.

La escala puede ser literalmente bíblica, como las plagas de langostas, y, desde que surgió la agricultura, los humanos han estado luchando contra los herbívoros y posiblemente incluso pensando en formas de proteger sus cultivos.

Sin embargo Tilley cree que un jardín gestionado para la biodiversidad puede sustentar potencialmente miles de especies durante un año. «Es una idea fascinante, tanto como lo es admirar un bello y ordenado jardín”, dice.

La otra cosa que hay que recordar es el hecho sorprendente de que las plantas no están del todo indefensas. Heidi Appel, profesora de Biología y Bioquímica en la Universidad de Houston, fue la autora principal de un artículo de 2014 que reveló cómo respondían las plantas al ser devoradas vivas por insectos.

El estudio encontró que esto cambiaba la expresión de ciertos genes en las plantas del género Arabidopsis, lo que sugiere que estas tienen un medio para detectar cuándo están siendo devoradas por los herbívoros y potencialmente defenderse contra ello. No solo eso, la expresión genética era diferente según el tipo de insecto que se la estuviera comiendo.

Otras plantas tienen formas igualmente ingeniosas de responder a las incursiones de insectos. Tomemos como ejemplo las plantas de repollo y mostaza que pueden matar una pequeña parte de su hoja cuando detectan que se ha puesto un huevo de mariposa, evitando así que eclosione una oruga.

Oruga
Las plantas también tienen mecanismos de defensa contra los insectos.

Beneficios para todos

Sin embargo, el jardinero quizás más cauteloso es el horticultor. Enormes nubes de pulgones en las plantas de tomate, babosas que comen espinacas u orugas en las coles: este proceso natural puede arruinar una cosecha sabrosa.

Es por eso que algunos introducen «plantas de sacrificio», como las capuchinas, que atraerán a las mariposas blancas de la col, por ejemplo, reduciendo la posibilidad de que pongan huevos en su preciada col.

A Ben Vanheems, portavoz del Berks, Bucks y Oxon Wildlife Trust, que también dirige el canal de YouTube GrowVeg, le encanta observar las orugas en su jardín.

Aun así, cada año ve grandes concentraciones de moscas negras sobre sus habas. Esto puede ser problemático, pero ha aprendido a tolerarlas y a confiar en los depredadores que las esperan en las partes más salvajes y desordenadas de su jardín: útiles sírfidos y mariquitas.

«Sé que si tengo fe, vendrán y se comerán la mosca negra», dice Vanheems. «Eso sucede todos los veranos, de hecho, sin excepción».

Si Vanheems rociara sus plantas, aunque las libraría momentáneamente de la mosca negra, probablemente también afectaría la presencia de esas mariquitas. Sus frijoles, entonces, podrían ser mucho más susceptibles al próximo enjambre de moscas negras que aparezca. Al mantener un mayor equilibrio en su jardín, todas las especies parecen beneficiarse y él no necesita depender de productos químicos.

Quizás más de nosotros empecemos a maravillarnos ante las orugas que destrozan un arbusto nativo. Después de todo, los insectos son una parte valiosa de los ecosistemas globales. Y tienen hambre.