Fuente: DW.
Se ha encontrado un cadáver, pero no hay testigos, ni arma, ni pistas. Patólogos esperan poder utilizar pronto las bacterias halladas en la escena del crimen para resolver casos difíciles.
Hace unos 800 años, el misterio se apoderó de un pueblo chino, cuando se descubrió un cadáver con múltiples puñaladas.
Tras inspeccionarlo, el detective local Song Ci determinó que las heridas habían sido causadas por una hoz. Para localizar al culpable, reunió a los aldeanos una tarde calurosa y les dijo que dejaran sus hoces para inspeccionarlas.
Las moscas comenzaron a volar y se posaron en la hoz de uno de los presentes. Estas fueron atraídas por restos de sangre de la víctima. De esta manera, se descubrió quien había sido el culpable.
Este es el primer caso conocido de un detective que identifica a un sospechoso de asesinato estudiando insectos. Este campo se conoce ahora como entomología forense.
Los insectos en la escena del crimen
Mark Benecke, un científico forense residente en Alemania, analiza habitualmente los ciclos vitales de insectos como moscas, hormigas y escarabajos, en cadáveres encontrados en escenas de crímenes. Su trabajo ha sido decisivo en casos judiciales, al ayudar a determinar cuándo y, a veces, cómo murió alguien.
«No hay muchos entomólogos forenses», afirma Benecke. Pero su trabajo puede aportar el eslabón perdido en casos difíciles de resolver.
Los insectos pueden resultar útiles en circunstancias muy concretas, sin embargo, Benecke advierte que, a menudo, es difícil recoger la información adecuada en el lugar del crimen para proporcionar un análisis útil para un caso judicial.
Los ciclos vitales de los insectos dependen de los niveles de temperatura, humedad y luz del entorno. Es difícil determinarlos en invierno o en climas fríos, cuando es menos probable que haya insectos.
A menudo, no se recogen suficientes insectos [en el lugar de los hechos] o se almacenan mal», explica Benecke a DW por correo electrónico. «Una vez me pidieron que hiciera un caso con la fotografía de un solo insecto aplastado», cuenta.
Finalmente, el estudio de los ciclos vitales de los insectos no suele ofrecer la precisión suficiente para determinar la hora exacta de la muerte, información crucial en casos de sospecha de asesinato.
Bacterias y hongos pueden ofrecer una visión más cercana
En los últimos años, los científicos han estado investigando si el análisis de microbios como bacterias y hongos podría ofrecer un método preciso para determinar con exactitud el momento y las causas de la muerte.
En un estudio reciente, los investigadores parecen haber encontrado cierto apoyo para esa hipótesis. Identificaron un grupo de microbios que parecen impulsar la descomposición de los cadáveres, independientemente del clima o la estación del año.
En la investigación, se analizaron cadáveres en distintos climas de EE. UU., durante las cuatro estaciones del año. Los investigadores dejaron los cadáveres en distintos lugares durante 21 días, después analizaron el material genético de las muestras de tejido y crearon un mapa detallado de las poblaciones de bacterias y hongos de cada cuerpo. A continuación, introdujeron los datos en un algoritmo de inteligencia artificial capaz de identificar con precisión la hora de la muerte.
Los investigadores pudieron localizar 20 microbios que aparecieron en cada cuerpo que analizaron durante 21 días. La alegría, al menos para los patólogos, era que las mismas especies microbianas colonizaban siempre los cadáveres con la misma rapidez, independientemente de la ubicación del cuerpo o del clima en que se encontrara.
Los investigadores también fueron capaces de identificar comunidades microbianas distintas que colonizaban cadáveres en entornos diferentes. Esto podría permitir a los científicos saber dónde se descompuso probablemente un cadáver basándose en pequeñas variaciones entre los microbiomas.
Aún no se han estudiado los microbios en el lugar del crimen
A diferencia de las huellas dactilares, las manchas de sangre, los testigos o la acumulación de moscas en el arma homicida, a presencia de pruebas microbianas en el lugar de la muerte está garantizada.
Su estudio podría ayudar a los patólogos forenses a determinar mejor los posibles sospechosos y confirmar o refutar coartadas en casos de presunto asesinato, sobre todo cuando no está clara la hora de la muerte. Pero los forenses aún no utilizan los microbios como prueba en la escena del crimen.
Benecke afirma que los investigadores aún necesitan más datos para comprender los numerosos factores que influyen en su crecimiento. «De momento sigue en fase de investigación. Pero siempre merece la pena utilizar toda la información disponible» en la escena de un crimen, dice.
«Los datos masivos y las estadísticas basadas en inteligencia artificial pueden permitir una buena estimación del intervalo post mortem [tiempo transcurrido desde la muerte, nota del editor], y mucho más. Pero es mucho trabajo: la gente tiene que amar el tema, y no muchos lo hacen», añade Benecke.