30 años después, «Forrest Gump» sigue dividiendo opiniones

Fuente: Página 12.

Habrá un reestreno aniversario

Nadie quería filmarla, los críticos la destrozaron, ni siquiera Tom Hanks estaba convencido del material, pero terminó convirtiéndose en un exitazo de taquilla y arrasando en los Oscar. La película de Robert Zemeckis sigue siendo un enigma, un extraño combo de sentimientos edulcorados con un trasfondo muy oscuro.

Sexo. Psicodelia. Asesinatos políticos. Disturbios raciales. La guerra de Vietnam. Ping pong de alta velocidad. Comercio de mariscos. Forrest Gump lo tenía todo. La película de 1994 fue uno de los éxitos de taquilla más inverosímiles de su época, una epopeya de varias décadas que combina lo portentoso con el capricho extremo. Su encantador y caricaturescamente benévolo protagonista se convirtió en el papel emblemático de Tom Hanks. Las frases del guión («¡Corre, Forrest, corre!» y «La vida es como una caja de chocolates») pasaron a ser de uso común. Sin embargo, a pesar de haber sido un éxito de taquilla y de haber ganado seis Oscar (al mejor director, al mejor actor y a la mejor película), Forrest Gump sigue polarizando las opiniones.

Incluso durante su estreno original, algunos críticos no pudieron resistirse a lanzarle piedras con el mismo regocijo brutal que los escolares de Alabama que tratan al joven Forrest de forma tan abominable al principio de la película. «Desoladora y cargada de sacarina», «reaccionaria» y «estupidez infantil convertida en dopaje para sentirse bien» fueron algunos de los comentarios más cáusticos que se hicieron contra la película.

Su guionista, Eric Roth, y su director, Robert Zemeckis, fueron criticados por haberle quitado toda la mordacidad satírica a la novela de Winston Groom en la que se basaba. A los detractores les horrorizaba que una película que les parecía tan sosa y sucedánea le robara el protagonismo a Quentin Tarantino en los premios de la Academia de 1995, al haber arrollado a Pulp Fiction en varias categorías importantes.

Pero tres décadas después, Forrest Gump (que se reestrenará en los cines con motivo de su 30º aniversario, el próximo 19 de julio) sigue siendo tan vivaz y audaz como siempre. Su historia, que sigue a un hombre que sobrevive a toda una vida de traumas para convertirse en un triunfador estadounidense que se inserta en los libros de historia en cada momento, no se parece a ninguna otra. Desgasta gradualmente el cinismo residual, como si uno fuera uno de esos espectadores desconfiados que acaban siendo conquistados por los desvaríos de Forrest.

Forrest Gump comienza con un momento de bravura cinematográfica. Una pluma flota por las calles de Savannah, Georgia, y acaba aterrizando a los pies de un hombre con traje blanco y zapatillas de deporte desgastadas que está sentado en un banco junto a una parada de autobús. Es Forrest Gump. Abre su valija, cuidadosamente empaquetada, saca su ejemplar del libro infantil Jorge el Curioso y coloca la pluma entre sus páginas. Luego se pone a hablar con una desconocida y le ofrece un chocolate.

El director de fotografía Don Burgess, nominado al Oscar, cuenta que utilizó «una grúa sobre otra grúa» para filmar la pluma mientras flotaba entre los árboles y las casas. Recuerda que la primera vez que leyó el guión «me encantó su caprichosa calidad», pero también se dio cuenta de que sería un «reto abrumador de llevar a cabo». Forrest Gump está llena de momentos como esta secuencia inicial: cautivadora y poética, pero difícil de comprender.

Robert Zemeckis y Tom Hanks en la entrega del Oscar.

La historia no es tan original como algunos fans podrían sospechar. En Zelig (1983), de Woody Allen, también aparecía un personaje camaleónico en momentos cruciales de la historia. La película también se inspira en Desde el jardín (1979), de Hal Ashby, protagonizada por Peter Sellers en el papel de un simple jardinero que se convierte en gurú político.

Aun así, al principio los estudios estaban desconcertados de que alguien quisiera hacer una película tan poco convencional. La productora Wendy Finerman (que pasó casi una década intentando reunir los fondos necesarios) declaró a The New York Times en una entrevista de 1994: «Actores, directores, agentes y gente de los estudios no estaban interesados en el proyecto». Todos ellos pensaban que el público que ya había visto Rain Man (1988), protagonizada por Dustin Hoffman en el papel de un «sabio autista», no querría ver otra película con lo que ahora llamaríamos un protagonista neurodivergente.

Sus recelos eran en parte compartidos por el reparto y el equipo. «¿A alguien le va a interesar esta película? ¿Este tipo sentado en un banco, con estos zapatos ridículos, este trajecito blanco, con una valija llena de libros de Jorge el Curioso? ¿Hacemos algo aquí que vaya a tener algún sentido para alguien?». dijo Hanks a The New Yorker, recordando sus sentimientos en el momento del rodaje.

Dado su alcance, la película se hizo con un presupuesto relativamente modesto: unos 50 millones de dólares. «La mayor parte del tiempo trabajábamos seis días a la semana. Los domingos se convertían en el día de ‘Vamos a rodar un poco'», dice el director de fotografía, recordando el vertiginoso calendario y todas las horas extras del fin de semana.

Gump va de la costa este a la oeste y pasa por muchos lugares intermedios. Los cineastas no fingieron esas escenas. Fueron con él a todas partes, del muelle de Santa Mónica al faro de Maine, de Montana a Wyoming. «Fue una pesadilla logística organizarlo todo», recuerda Burgess.

Cuando por fin apareció en los cines, Forrest Gump pudo haber dividido opiniones, pero todo el mundo fue a verla. La película logró una asombrosa recaudación mundial cercana a los 700 millones de dólares, superando a Los Vengadores, Jurassic World Pantera Negra en sus ingresos ajustados por la inflación.

«Mi madre siempre decía que la vida era como una caja de chocolates… nunca sabés lo que te va a tocar», le dice Gump a la desconocida al principio de la película, que hace todo lo posible por ignorarlo. El guionista Roth se inspiró en la frase inicial de la novela de Groom: «Permítanme decir esto: ser idiota no es una caja de bombones».

El Gump de la novela es muy diferente del que aparece en la pantalla. En el libro, es una figura consciente de sí misma que se sitúa en la larga tradición del sabio idiota (desde el Tonto de Shakespeare en El rey Lear hasta Boo Radley en Matar a un ruiseñor). Es un hombre grande y maleducado que dice palabrotas constantemente y tiene mucho sexo.

En la película, la ironía y el artificio desaparecen por completo. Interpretado por Hanks, Forrest es un santo inocente con una ingenuidad que recuerda a los cómicos del cine mudo como Charlie Chaplin o Buster Keaton. Ciertas secuencias podrían haber salido directamente de una de sus películas, como su momento de gloria en un partido universitario de fútbol americano, cuando corre para marcar un touchdown pero luego sigue adelante, saliendo a toda velocidad del estadio.

El cineasta había transformado de algún modo una novela satírica, llena de sexo y política, en un éxito de público familiar. La historia de amor era crucial en el proceso. En el momento en que la pequeña Jenny le ofrece un asiento en el autobús escolar, Forrest queda prendado al instante. Se llevan tan bien como «los guisantes y las zanahorias». Ella se convierte en su obsesión de por vida.

Robin Wright, que interpretó a Jenny de adulta, declaró recientemente al presentador Jimmy Fallon que Forrest Gump fue el único momento de su carrera en el que supo que había «clavado» una audición. Por aquel entonces estaba embarazada, se sentía «con los pies en la tierra» y tuvo una «gran conexión» con Hanks desde el principio. Su romance dotó de una línea narrativa a una película que, de otro modo, podría haber parecido estructurada al azar.

Forrest Gump en modo corredor.

Pero en Forrest Gump siempre ha habido una oscuridad que desmiente su reputación de dulzura enfermiza. La película está llena de muerte, duelo y soledad extrema. Jenny también está atrapada en la agitación de la época. Mientras Forrest esquiva los disparos y rescata a los soldados heridos en el campo de batalla de Vietnam, ella está inmersa en el movimiento por los derechos civiles y en el centro de la contracultura. Se droga y está al borde del suicidio. Sus experiencias son un reflejo retorcido de lo que sufre Forrest. Maltratada por su padre granjero de niña, golpeada por su novio, representa el lado más bajo del sueño americano.

Forrest Gump es también una buddy movie a la vieja usanza, otra de las razones por las que gustó a tanta gente. La relación entre Gump y el teniente Dan Taylor (Gary Sinise), el oficial del ejército al que le vuelan las piernas en Vietnam, es muy parecida a la que existe entre el pequeño pero astuto George y el gigante y neurodivergente Lennie en la novela de John Steinbeck De ratones y hombres (de hecho, Sinise había dirigido y protagonizado un año antes una adaptación cinematográfica del libro).

El director de fotografía Burgess recuerda que el equipo «se enamoró de Forrest Gump cuando estábamos haciendo la película, pero nunca tenés ni idea de si al público le va a pasar lo mismo». Tres décadas después, no es difícil averiguar qué es lo que confiere a la película su extraña potencia. La magia reside en la seguridad con la que los cineastas conjuraron un cuento popular optimista a partir de un material tan sombrío.

El perdurable afecto del público por Forrest Gump puede reavivarse con el estreno de la nueva película Here a finales de este año, que reúne al director Zemeckis, las estrellas Hanks y Wright, y el guionista Roth. La nueva película es un drama familiar basado en la novela gráfica de Richard McGuire, en la que Hanks y Wright interpretan a una pareja que se casa y cría a sus hijos. Burgess fue de nuevo el director de fotografía, pero advierte al público que no espere un segundo Forrest Gump. «El equipo creativo  vuelve a reunirse, pero tiene su propia historia», dice.

En cuanto al pobre Forrest, todavía hay mucha gente que no lo soporta, mientras que otros lo siguen considerando uno de los mayores héroes del cine de los noventa. Puede que no sea un hombre inteligente, pero sabe lo que es el amor. Hay que ser muy cascarrabias para rechazarlo.